Arturo Prat, Símbolo de cohesión del Espíritu Nacional.

Han pasado ya ciento veinticinco años desde aquella gesta sublime que conmovió a todo el mundo, ocupando las principales páginas de los más importantes medios escritos de países americanos y europeos. Gesta que fue la culminación de un proceso trágico al mas puro estilo griego, donde el héroe obtiene la victoria final sobre sus adversarios utilizando como arma su propio sacrificio, derramando su sangre redentora y eterna como precio de su inmortalidad. En el preciso momento en que Prat cae abatido por aquel disparo anónimo sobre la cubierta del buque enemigo, quedo sellado el resultado de la guerra.

Pero ¿Por qué la gesta de Prat ha calado tan hondo en la conciencia colectiva del pueblo Chileno?

Tras el proceso de independencia, nuestro país comienza a buscar por todos los medios un hilo conductor para dar forma e identidad a esta nueva criatura social, cuyos componentes son tan variados como la propia geografía en la cual el destino le ha asignado enraizar su futuro.

Los padres de la Patria solo tenían en común la idea de la liberación de las cadenas que nos ataban al imperio de la Madre Patria Española, sin embargo sus planes para el futuro y las ideas de cómo encausar el crecimiento de este pequeño brote llamado Chile, se vieron reflejadas en los primeros años de caos político posteriores a la emancipación.

Poco a poco la clase dirigente fue encontrando la vía común y el camino que nos conduciría a consolidar un concepto de Estado Chileno, llevado a su máxima expresión como organización supranacional y ente superior, rector, guía y aliciente del desarrollo patrio, gracias al aporte de aquel primer visionario llamado Diego Portales.

Si a cuarenta años de la independencia, el Estado ya estaba asumido como el órgano esencial de la vida Nacional, el pueblo, la gente común que habita en este Estado aún no tiene conciencia clara de que significa verdaderamente ser Chileno. El Espíritu Nacional es algo que aún esta condicionado a conceptos económicos, territoriales y sociales, careciendo de conceptos comunes capaces de traspasar todos los sectores de esta floreciente sociedad independiente.

Al iniciarse la Guerra del Pacifico, gran parte de la población se sentía ajena a un conflicto que, en un principio, parecía tan lejano y difícil de comprender por su fuerte contenido económico para el común de las personas, concentrándose la responsabilidad de las primeras acciones en los regimientos de línea y en la escuadra Nacional.

Prat, que ya sabia de acciones bélicas y gestas de valor y heroísmo, habiéndose destacado sobresalientemente durante el conflicto con España, estuvo des el principio del conflicto comprometido con el resguardo de la Nación. Haciendo un alto en su trabajo de abogado y en las clases de alfabetización nocturna para adultos, se dedica ciento por ciento a su rol militar. Su esposa e hijos le ven partir en diferentes misiones fundamentales para el desarrollo de la guerra, como su trabajo en Montevideo y Buenos Aires, por citar solo un ejemplo.

Como todos sabemos, el destino lo pone finalmente a bordo de la Esmeralda, frente al puerto peruano de Iquique, mientras el grueso de la escuadra parte rumbo al Callao, dejándole la misión del bloqueo de aquel puerto adversario, junto a la Covadonga, al mando de Condell.

Así amanecieron aquel 21 de mayo de 1879, manteniendo sus puestos encomendados y dispuestos a no abandonarlos aún a costa de la propia vida.

Cuando en el horizonte se divisan los “humos al norte” se comienza a gestar aquel embrión que dará nacimiento al icono que representa la cohesión de este esquivo Espíritu Nacional.

Los acontecimientos de aquel día ya son historia conocida por todos. Corbeta y goleta dan frente y batalla a los temidos gigantes acorazados. Los caballeros del mar, vestidos con sus brillantes armaduras de honor y gloria, dan vida al trágico y dantesco espectáculo de evoluciones y trombas sobre la mar, elevándose hasta el cielo el orgullo y coraje de aquellos hombres convertidos en titanes, enfrentados en un campo celestial que trasciende en el tiempo y la distancia, llegando hasta lo mas profundo del corazón de cada uno de los Chilenos que leyeron y escucharon la noticia del heroísmo de Prat y sus hombres y de la victoria de Condell y sus astutos marinos.

Los voluntarios se multiplicaron por miles, llenando los cuarteles con ansias de ser parte de este nuevo espíritu, viendo en Prat el símbolo máximo de lo que significa ser Chileno, más allá de las diferencias sociales, regionales y económicas.

Es por lo anterior que nuestro Héroe Nacional ha logrado permanecer a través del tiempo, anclado en lo mas profundo de nuestro Espíritu, traspasando las diferencias artificiales de la sociedad, porque la gesta de Arturo Prat, mas que un hecho de guerra histórico, representa la cohesión del Espíritu Nacional Chileno.  

 

Arnel Epulef Cifuentes

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