Condorito, el rebelde nacionalista

 

 

A mediados de la década de 1940, en un mundo bombardeado ideológicamente por los vencedores de la guerra, prisionero de los destinos ya trazados por injustos tratados y por una imparcial corte de Nüremberg, a Chile comienzan a llegar los primeros resultados de la victoria aliada, la importación en grandes cantidades del remanente industrial de las potencias imperialistas inglesas, estadounidense y soviética, invaden el mercado local, destruyen las más antiguas microempresas y se instalan con sus automóviles, refrigeradores, radios y todo cuanto la inmensa maquinaria industrial de estos países, que meses antes se dedicaban a lo bélico, pudieran producir.

 

Éstos países vencedores de la guerra gracias a sus cobardes bombardeos a más de 100 ciudades alemanas, donde murieron casi medio millón de civiles, de los saqueos y matanzas de cientos de miles de seres humanos en los Balcanes a manos de los soviéticos y de los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki con bombas atómicas, donde las millones de víctimas de esos ilegitimables ataques nunca nos harán olvidar quienes estaban de verdad a favor de la vida, y quienes simplemente se escudan bajo la frase: “el fin justifica los medios”, también necesitaban imponerse económicamente sobre las demás naciones, especialmente las vencidas y las neutrales una vez concluida la contienda, para que sus industrias siguieran produciendo y de esta manera ellos no sufrieran ni recesión y decrecimiento.

 

Uno de los mayores descubrimientos alemanes, era la capacidad de transmitir toda la riqueza humana a través de los filmes, ejemplo de esto son las innumerables películas que actúa y dirige la gran Leni Riefenstahl, películas filmadas a color y donde la música y el hablar de los personajes juega un rol importantísimo, mientras que el patético Charles Chaplin, en blanco y negro y sin sonido, se mofa de los pueblos con sus burlescas y molestas formas de poner en ridículo a las personas, algo muy parecido a lo que hace Mario Kreutzberger en sus chabacanes programas de televisión y los que su hija imita de manera también patética.

 

Es apropiándose de todas las invenciones alemanas, pero malversándolas y utilizando todos los avances de aquel país, para producir filmes, diarios y revistas que no mostraran sino otra cosa que la decadencia inglesa y norteamericana y una entretención adormecedora de los pueblos, para luego hacerlos consumidores de sus películas en que malvados y salvajes indios atacaban con flechas y lanzas a valientes vaqueros que apenas se podían defender con rifles y cañones, con revistas donde la fantasía y la irrealidad ocupa el lugar donde antes estaban las heroicas gestas humanas y se mostraban en los noticieros de los cines la realidad sobre el mundo.

 

Es así como al Chile de ésta época, convulsionada aún y tambaleante entre su soberanía y la imposición de los aliados, llegan las primeras revistas de dibujos animados, hechas por Walt Disney, quien recorrió Latinoamérica para crear personajes que reflejaran a estos países y hacer historias con ellos de manera tal que fueran comercialmente rentables en cualquier país al que se vendiesen.

 

De Brasil sacó a Pepe Carioca y de México, a Pancho Pistolas, pero para reflejar a Chile creó el avión “Pedrito” un insípido y atorrante aparato humanizado que tenía como única misión cruzar la cordillera de los Andes.

 

Esta forma de representar a los chilenos, en muchos rincones caló hondo y significó una inmediata repulsión a toda forma de tratar de identificarnos sin conocernos siquiera. No se trató de un huaso, de un minero, de un pescador o de un artesano, sino que de una máquina, sin alma ni espíritu.

 

Es entonces cuando un joven, que perteneciese a las juventudes del Movimiento Nacional Socialista de Chile (MSN Chile), quien tuviera aún impregnadas en su retina aquellas jornadas donde decenas de miles de camaradas desfilaran bajo una sola bandera, la de Chile, donde el patriotismo y el nacionalismo brotaban de cada rincón de la nación, no pudo quedar al margen de tamaña falta de respeto y mientras trabajaba en la prestigiosa revista “Topaze” se propuso a la idea de crear un personaje que realmente identificara al pueblo chileno, al chileno de verdad, roto, pillo y nacido con ojotas y poncho, y de esta manera, este joven que se llamaba René Ríos y que utilizó como seudónimo el de “Pepo”, creo al personaje “Condorito”.

 

Al poco tiempo, Condorito se enfrenta en batalla campal con el mismísimo Pato Donald, los Tres Chanchitos, Tío Rico y todo disney, saliendo herido, desplumado, pero como vencedor infalible y nunca más doblegado.

 

Cómo bien lo define Augusto Alvarado: “...Condorito es, por sobre todas las cosas, un personaje popular, simple, autóctono, latinoamericano. Aunque puede ser, en sus aventuras, astronauta, bombero, médico, fakir o peluquero sus ojotas o su poncho delatarán siempre su estirpe de roto. Nuestro personaje habita junto a su sobrino Coné, su compadre Chuma, su novia Yayita, su suegrita doña Treme y su perro Washington en el imaginario pueblo del Chile central denominado Pelotillehue.

 

Es un marginal, un "afuerino" en la ciudad y en el campo. Con trabajo siempre escaso y poco dinero en el bolsillo. No obstante, le sobra imaginación y le llueven los amigos. Con ambos supera los problemas del diario vivir.

 

El humor de Condorito no es intelectual ni rebuscado. Es directo. Su lenguaje es el que usa la gente común. Los nombres de los personajes y sus características no son producto de la imaginación de Pepo, sino más bien, de su observación de los tipos sociales y de la realidad popular chilena que sabemos no esencialmente diferente de la de otros países del Continente ¿Quién no ha tenido un compadre "paleteado" como Chuma? ¿Quién no ha conocido en su familia o entre sus vecinos a un Comegatos, a un Garganta de Lata o un Pepe Cortisona?...”

 

Parece realmente que Rene Ríos, alguna vez asistiese a las clases ideológicas de Carlos Kéller R. pues éste una de las cosas que más propugnó en su labor sociológica, fue que para conocer científicamente a cualquier pueblo, había que utilizar mecanismos científicos, pero de manera deductiva, es decir, observar primero, categorizar y luego conocer las leyes y distinguir los parámetros por los cuales se rigen una sociedad, para conocer finalmente el cómo es el individuo que pertenece a ella, y lo que hace Pepo no es otra cosa que hacer todo un estudio de observación, para crear o mejor dicho, para describir y traer del inconsciente al chileno más chileno de todos, Condorito.

 

El emplumado personaje nos ha acompañado por ya más de medio siglo, e incluso a salido de nuestras fronteras naturales y ha cruzado con su vuelo siempre invicto del Cóndor victorioso los Andes, ha conquistado un mercado de casi 300 millones de habitantes en Latinoamérica, filmado una película y lo más importante de todo, demostrado a Walt Disney y a todos los imperialistas económicos que la imposición de un modelo a seguir no tiene nada que hacer, cuando las fuerzas de la nacionalidad hacen revivir de nuestros inconscientes aquello que nos hace ser lo que somos, lo que nos identifica, lo que nos da la riqueza de la diferencia, lo que nos hace distintos, exclusivos, ricos en cultura, historia, tradiciones, lenguaje, cultura, mitos, personajes, vidas, pueblo y nación. Y también nos demuestra a nosotros, que no hay mejor modelo a seguir que aquél que nosotros mismos, mirando lo nuestro podemos elaborar, eso es Nacionalismo, eso es ser realmente patriota.

 

Podrá ser discutible mi análisis de la época, incluso, hasta existirán algunos que estén de acuerdo con la importancia que doy a los primeros movimientos nacionalistas chilenos, pero existirá una cosa que jamás nunca podrán rebatir, y esa es la importancia de la obra de René Ríos para nosotros como chilenos, una verdadera rebeldía a la imposición extranjera y una verdadera demostración de patriotismo hecha realidad.

 

 

Jorge Vásquez Iturra

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Última modificación: 03 Octubre 2005