El Palacio Vergara y el Museo Municipal
de Bellas Artes de Viña del Mar
El siguiente trabajo, pretende desarrollar un breve estudio respecto al Museo Municipal de Bellas Artes de Viña del Mar, entidad que en la Quinta Región que presenta una dilatada trayectoria en favor de la cultura.
En el caso específico el tema que nos convoca es especialmente su labor dirigida a la conservación del patrimonio de nuestra comuna.
Su Historia
Situado en calle Errázuriz 596 en las antiguas dependencias perteneciera a la familia de Don José Francisco Vergara (fundador de la ciudad de Viña del Mar y héroe de la Guerra del Pacífico), ubicado en los terrenos de la "Hacienda las Siete Hermanas” que junto con la "Hacienda De Las Viñas de la Mar" - donde hoy se encuentra actualmente el Palacio Rioja - personifican el origen y la historia de la ciudad de Viña del Mar, precisamente en el sector denominado por los indígenas Changos como valle de Peuco vecino a la bahía de Quintil hoy Valparaíso.
El edificio de estilo Veneciano, fue concebido por el arquitecto italiano Ettore Petri y su construcción se enmarcó en la renovación arquitectónica gestada con posterioridad al terremoto de 1906.
Desde el año 1930 el Regidor don Manuel Ossa Saint Marie, traía la idea de adquirir de doña Blanca Vergara el Palacio de la Quinta Vergara, con el fin de dedicarlo a museo en complemento al funcionamiento de una escuela de bellas artes y un conservatorio de Música , sin embargo sólo en 1941 este proyecto se hace realidad.
Con el alcalde Eduardo Grove Vallejos, la Municipalidad de Viña del Mar adquiere la Quinta Vergara, parte de la hacienda "Las Siete Hermanas”, el Palacio, la Pinacoteca, parte del mobiliario y otros bienes pertenecientes a la familia Vergara.
La pinacoteca de este museo municipal, estuvo formada inicialmente, casi en su totalidad, por obras que fueron adquiridas en Europa entre los años 1868 y 1872, por don Maximiliano Errázuriz. Trabajos representativos de variadas escuelas, ubicadas entre los siglos XV al XIX y que fueron donadas por el antiguo dueño del palacio a la Municipalidad de Viña del Mar, como según consta en un artículo de cinco columnas, destacado a grandes titulares en El Mercurio de Valparaíso, con fecha 18 de septiembre de 1941.
Así mismo, ese reportaje registra lo siguiente: “La unificiencia de una distinguida dama de esta ciudad, la señora Ana Braun de Gazitúa, nos ha permitido aumentar la colección del Museo con dos hermosos cuadros: un paisaje de Pedro Lira y una composición de Glyn. Le renovamos, por ello, nuestra gratitud. Es un bello gesto de desprendimiento que será seguramente imitado para bien de la cultura artística de Viña del Mar”.
La etapa inicial del Museo Municipal de Bellas Artes de Viña del Mar, se caracterizó por un entusiasta apoyo brindado por las autoridades municipales, particulares (regionales y nacionales) y la prensa escrita expresándose en el incremento en la adquisición de obras, con objeto de aumentar cuantitativa y cualitativamente el valor de su pinacoteca y su potencial de exhibición.
Notable es en este aspecto, la colección de obras– principalmente pinturas - de autores chilenos de la talla del Maestro Juan Francisco González, la “Generación del Trece” o “Grupo Centenario” quienes retratan paisajes y escenas urbanas basadas en la realidad nacional con un estilo impresionista hispano y la irrupción posterior de las vanguardias que se dirigen hacia la abstracción de formas.
Así mismo, la actividad tradicional de museo de coleccionismo, atesoramiento y exhibición era complementada con el ejercicio en ese local de variadas actividades carácter cultural.
Pilar de ello, fue el funcionamiento hasta hace algunos años del Conservatorio de Música, hoy ubicado en las dependencias del Museo Palacio Rioja y la aun presente Escuela Municipal de Bellas Artes de Viña del Mar.
Este impulso inicial decayó transitoriamente a principios de los años setenta, para ser retomada gradualmente a principios de la década de los ochenta, coincidiendo con la etapa de mayor crecimiento del Festival de la Canción de Viña del Mar, cuyo origen fue precisamente en los años sesenta, a partir de las muestras de taller de las escuelas artísticas allí presentes.
Vacíos e Importancia de la Labor de Conservación
Para poder comprender la tarea que desarrolla un museo y como esta ha evolucionado a través de la historia, debemos entender que el término museo es una derivación de la palabra griega ''museion'', el cual era el nombre de un templo de Atenas dedicado a las musas. En el siglo III A.C., la misma palabra se utilizó para designar un complejo de edificios construidos en la ciudad de Alejandría que comprendía una biblioteca, un anfiteatro, un observatorio, salas de trabajo y de estudio, un jardín botánico y una colección zoológica.
Por otro lado, ya en el siglo V A.C., se daba el nombre de pinacoteca a un ala de los Propileos de la Acrópolis de Atenas, donde se guardaban pinturas de Polignoto y otros artistas.
Posteriormente, romanos desarrollaron la costumbre del coleccionismo de obras de arte, especialmente a partir de los saqueos de Siracusa (212 A.C.) y de Corinto (146 A.C.), con el producto de los cuales llenaron los templos de Roma de obras de arte griegas.
El coleccionismo romano ya sentó las bases de todos los valores que en la actualidad hacen más apreciada una obra de arte: la pátina, la rareza, la antigüedad, la serie completa.
También es romana la idea misma del museo; en efecto, Marco Agripa propuso reunir en edificios especiales los objetos artísticos desperdigados por villas y ciudades, cuya visita fuese pública reconociendo así la utilidad y el valor didáctico de una colección de obras de arte y el derecho general a disfrutar de ellas.
La pasión por el coleccionismo de obras de arte aumentó en el Renacimiento con el desarrollo de la tratadística de arte, sin embargo es Vasari, fundador de la historiografía artística, quien fue el primero en realizar un proyecto para un edificio construido expresamente para ser utilizado como museo: El Palacio de los Uffizi de Florencia.
En el siglo XVIII se crearon los museos institucionales abiertos a cierto tipo de público y ya en los siglos XIX y XX ellos se abren definitivamente al público en general.
Como hemos podido ver anteriormente, el Museo ubicado den el Palacio Vergara, responde básicamente a la misión de atesoramiento y exhibición de las obras pertenecientes por lo general a su colección.
Sin embargo, también debemos reconocer que esta construcción jamás fue concebida para dicha finalidad, ni tampoco para acoger dentro de sus paredes, por ejemplo a una Escuela de Bellas Artes que de por sí convoca un ritmo distinto que contrasta al de un museo.
Ello queda expresado en el caso particular de las enormes dificultades que demanda el poder desarrollar una adecuada política de bodegaje, conservación y muestra que logre sortear los peligros naturales (tiempo, humedad, polvo, etc.) y no naturales de exclusiva responsabilidad humana (visitantes, funcionarios, estudiantes, etc.) sino que también en la realización de eventos culturales y sociales que vulneran dichas medidas de resguardo, un ejemplo de ello es la presencia constante en estas actividades de las cámaras fotográficas provistas de flash o parte del mobiliario que es utilizado para fines distintos a los otorgados a las “piezas en exhibición”.
Lo expuesto no es nada nuevo, así lo registra la memoria titulada “Análisis de 25 Obras Europeas y antecedentes del museo Municipal de Bellas Artes de Viña del Mar” de 1983 (Inst. Cs. Pedagógicas de Valparaíso):
“Otro aspecto importante, es el que dice relación con el montaje e iluminación de los objetos, el Museo de Viña del Mar por ser una casa adaptada presenta serios problemas en lo que se refiere a colocación e iluminación. El relativo poco espacio no permite albergar todas las obras que allí se mantienen, lo que obliga a guardar un gran numero de ellas en bodegas de dudosa calidad para su perfecta conservación, y otras, deben ser colgadas en doble fila y a gran altura por lo que se hace difícil la adecuada observación. Además la iluminación acusa deficiencias; algunos cuadros no los vemos por un fuerte rebote de luz natural, otros, por la penumbra de algunas de las salas, y así el visitante debe hacer verdaderas acrobacias para hallar el ángulo adecuado”.
Así mismo, al ser considerada esta construcción Monumento Nacional, se extiende dicha misión de resguardo a la construcción completa, en su parte interna como externa, lo cual está en directa contraposición con muchas de las cosas que han sucedido, suceden y seguirán ocurriendo en ese lugar.
Otro punto necesario de abarcar en este aspecto, es la importancia de los jardines que rodean a esta construcción no sólo por que su tazado esconde toda una historia con respecto a sus anteriores dueños o los orígenes de la ciudad, sino que también por que es uno de los puntos más característicos, que hace referencia al pasado que le valió a la ciudad de Viña del Mar el apelativo de “ciudad Jardín”.
Labor Pedagógica
Como hemos visto, el museo contempla dentro de sus etapas, no sólo una tarea coleccionista, sino que también de albergue a los conocimientos más elevados, producto de sus procesos espirituales y reflexivos que marcan su expresión material en el entorno de la especie humana.
Es por ello su relación natural con lo que se entiende como “cultura”, en el atesoramiento de sus huellas, en la muestra para su estudio y en ideal su proyección (modernidad).
Sin embargo para poder entender estas marcas, se necesita poseer dominio sobre un lenguaje básico que nos lo permita entender.
Por ello no es suficiente con colocar frente al espectador un objeto y atribuirle algún tipo de valor trascendental, ya que “dar a ver” por sí mismo no asegura concienciación, la valoración y el respeto del observador hacia lo expuesto.
Es por ello que conforme al período histórico, el ideal es que el museo cuente (desde la más rudimentaria a la más elaborada) con los medios para hacer más entendible lo observado.
En este aspecto, la presencia humana como base es insustituible de ahí la importancia pedagógica del guía de museo, ya que es el puente más efectivo entre el espectador y el objeto.
El museo municipal cuenta con un número insuficiente de guías, sin embargo ello mejoraría al establecerse horarios de vistas guiadas privilegiando sobre todo en verano a los grupos numerosos.
Así mismo, sería interesante el poder integrar a dichos contenidos y sectores de visita internos de la casa, sino que también la parte exterior de la construcción, anexándola no sólo con la historia del sector , las familias, anécdotas y leyendas, sino que también con una breve descripción e importancia de las especies arbóreas exóticas allí presentes.
En alguna medida esta apreciación coincide con la expuesta por en su memoria antes nombrada, donde los autores registran lo siguiente:
“También cabe señalar, la situación que el museo impone a sus visitantes. Una rigidez normativa que convierte al recinto en un espacio severo en el cual el espectador difícilmente se comportara con espontaneidad.
Es necesario convertir al Museo Municipal de Bellas Artes de Viña del Mar, en un lugar donde el visitante se encuentre cómodo, condición indispensable para que reciba el mensaje de las obras expuestas, o lo mínimo, que se emocione con la belleza que esta contemplando; sin libertad no se puede pretender que del individuo nazca un sentimiento hermoso ante la visión de una obra de arte.
Para ello hay que conseguir que el Museo deje de ser un lugar rígido y severo y se convierta en un lugar donde el público se pueda expresar libremente en función de los estímulos que los objetos allí expuestos le proporcionan”.
Cabe consignar que por muy liberal que pueda ser un espacio de expresión, este se rige por normas las cuales diferencia lo que es permitido de lo inadecuado , y que puede atentar a la tarea de conservación y educación.
Es por ello que debemos evaluar muy bien las características de lo elementos atesorados y el objeto o función para los cuales puede ser destinados, ya que no se puede pretender aplicar un criterio válido para una pieza de museo perteneciente al Museo Interactivo, ideada especialmente para su manipulación con una tela del siglo XV o un tapiz de seda bordado a mano del siglo XIX, ya que estos dos últimos a diferencia del primero terminarían destruidos.
Importancia y Relación Historia Local
En esta época donde los avances en materia de comunicación de información adquiere un sello global, la crisis de las sociedades han puesto en primer rango de importancia, tal cual como en el siglo pasado el problema de la identidad.
Como hemos expuesto, el museo no solamente sirve para mostrar lo coleccionado, sino que para educar, es decir aprender, comprender y valorar los aspectos que repercuten en nuestra manera o modo particular como colectividad de ser, ver, entender, hacer y expresar.
Es en este aspecto donde la historia local adquiere un mayor significado, en ayudar a restituir en el ser humano su sentido de pertenencia a la colectividad.
En el caso particular donde se emplaza la construcción que acoge a este museo, los datos históricos de los diversos dueños, los aspectos de la edificación, su mobiliario, la pinacoteca, los jardines y las especies presentes en ella nos hablan justamente de una parte interesante y desconocida para los propios habitantes de la ciudad de Viña del Mar.
Nótese lo que significaría la inclusión de zonas de uso mucho más frecuente.
Esta tarea debe ser complementaria a una asignatura de historia local impartida en el sistema formal de enseñanza.
Así mismo se hace imprescindible contar con personas u organizaciones que se encarguen del registro histórico no sólo de lo que se denomina como patrimonio material , sino que también humano (pasado, presente y futuro) sobre todo de los sectores alejados del los centros urbanos.
En 1978 bajo la administración del Alcalde de la época, Don Raúl Herrera Aldana, se inician las obras de restauración del edificio con la finalidad de abrirlo como museo.
El Palacio Rioja es destinado, mediante decreto alcaldicio, como Museo en 1979 y finalmente como Monumento Nacional en 1985.
Juan Bragassi Hurtado
Última modificación: 03 Octubre 2005